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lunes, 17 de diciembre de 2007

RETOMANDO ...

Un poco por obligación y otro poco por placer es que decidí retomar la escritura en este pedacito de hoja en blanco que con el movimiento de mis dedos se va llenando.
(gracias Gabriela por tu empujón ... y te hice caso, cambié la foto. Si bien no es la mejor, es la única que hay actualizada, por ahora).
No es un buen día para retomar ... o tal vez sí. Esta dualidad que tengo a veces me mata ... y me da vida.
En definitiva, hoy concurrí a la pediatra de mi hijo mayor. Es que ayer, con sólo 6 años, lo vi colgado de una cuerda. Claro que los pies le llegaban al piso, pero él había colocado su cabeza en un cinturón de su bata de piscina que estaba atado a la cuerda de colgar la ropa. Y no es la primera vez que "juega" con cuerdas (bonito juego se buscó). Si bien lo ha hecho en otras oportunidades, nunca fue suspendido de algo, sino con una cuerda alrededor de su cabeza. Tras haberle explicado en previas que eso no era un juego y las consecuencias podían ser muy graves, ayer al verlo obviamente corrí a sacarlo de allí y, sin ánimo de ser histérica pero sí madre enojada y preocupada, le planté la pregunta: "¿Vos querés matarte?", a lo cual respondió: "No". A continuación, una breve explicación sobre que uno no puede "jugar a morirse para ver qué pasa". Que si nos morimos desaparecemos para siempre y nunca nos vamos a enterar de cómo es porque no podemos volver (la explicación religiosa o sobre reencarnaciones obviamente no venían al caso, más allá de que creo fervientemente en ellas). Para él no era más que un juego, porque al saber que con eso "no se puede jugar", inmediatamente siguió haciéndolo con otra cosa. Pero, la preocupación en mi quedó. Al igual que en mi esposo. Así que hoy me fui a la pediatra y terminó dándome un pase para psiquiatría infantil. Si bien ella está de acuerdo conmigo (y le pareció muy bien el modo en que se lo había preguntado, lo cual me dio cierta tranquilidad de haber actuado bien como madre), también está de acuerdo en que más vale prevenir que lamentar.
Claro está que todo el orgullo que siento como madre de tener un hijo inteligente que termina su último año de nivel incial sabiendo leer, escribir, sumar y restar, que las calificaciones son destacadas y tiene un montón de felicitaciones, que recibe su primer diploma por obtener el 2º lugar en un concurso de agilidad mental, se me desvanece al saber que esa inteligencia muchas veces pueda actuar en su contra. Y capáz que me estoy preocupando de más, pero me es inevitable.
En cambio el más pequeño, pronto para cumplir 3 años el mes siguiente, corre, salta, juega al aire libre y no para ni un minuto. No presta atención a nada porque lo único que le interesa es salir y divertirse. Está todo el tiempo propenso a caerse, romperse una pierna o recibir costuras en su cuerpo. Pero sé que serán accidentes y estoy preparada para enfrentarlos, porque tarde o temprano ocurrirán.
Sin embargo, los aspectos psicológicos son los que más me preocupan porque esos ... no los puedo predecir ni frenar.

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