Su mirada era de deseo. Cualquiera podría haberlo notado, pero tal vez por estar sentado frente a ella hacía que en ese preciso instante la observara con tanto detenimiento.
Fue entonces cuando su lengua recorrió tímidamente sus labios, empapándolos y dejándolos con un brillo sexy y peculiar.
Sus ojos se detuvieron en mi entrepierna. El roce fue casi imperceptible cuando un instante después sus dedos tocaron mi muslo izquierdo y comenzaron a deslizarse con delicadeza pero firmeza sobre lo que muchas veces ha sabido tener entre sus manos.
Duro. Así fue con lo que se encontró. Por mi parte, no podía quitar mi vista de su rostro. Me encantaba observarla, en toda su magnitud.
Se afianzó con cierta desesperación, pero siempre siendo cuidadosa. Sus ganas locas hicieron que pronto se lo llevara a su boca, dejando que su saliva se entreverara con el fluido que nada tardó en emanar de allí, llenándola completamente, como una fuente de placer para saciar sus ansias.
Volcó su cabeza hacia atrás y sus ojos se entrecerraron. Tras detener su respiración durante unos segundos, separó sus labios y dejó salir un pequeño gemido de satisfacción.
Mientras tanto, yo seguía mirándola, sonriendo.
Reposó un instante y creo haber escuchado de sus labios un “mmh, qué rico”.
Volvió a deslizar su mano por mi entrepierna con la misma delicadeza y firmeza del principio, esta vez para dejar allí el envase de Coca-Cola que había saciado su sed.
Uffffffffffff...tanta tensión para que nos tome el pelo? Ja ja. Beso
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