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lunes, 24 de diciembre de 2012
NAVIDAD, RARA NAVIDAD
Así que me armé de valor y en febrero tomé la gran decisión de mi vida, pero no fue hasta setiembre cuando finalmente nos mudamos. Desde entonces muchas cosas han pasado. Muchísimas. Algunas muy feas y otras divinas. Y llegamos a diciembre, donde siento que se me ha tomado el examen final de las materias cursadas este año: paciencia y tolerancia. Y estoy segura que las apruebo con buena nota. Eso sí, son materias que uno no debe descuidar, quiero decir, son ese tipo de materias que se actualizan todo el tiempo, como la economía y sus índices, por ejemplo. No hay que perderles el rastro. En fin, creo que me gané el merecido pase para comenzar a transitar el perdón y el agradecimiento. Pero eso es digno de otra entrada al blog.
Hoy me trajo la Navidad. Esa fecha tan especial que reúne a la familia, que a los cristianos nos recuerda el nacimiento de Jesús, que es un día donde los niños son felices con sus regalos, que congrega a todos alrededor de un árbol, que nos permite brindar por el amor, la paz y la felicidad.
Mi familia hoy está reducida a tres: mis hijos y yo. No tengo padres ni hermanos con quien compartir este día. Sí amigos, muchos, que no han dejado de invitarme a sus casas a quienes se los agradezco infinitamente. También tengo tías y primos que estoy segura no tendrían el más mínimo problema de recibirme. Pero lo cierto es que mi familia, esa íntima que todos tenemos, se reduce a mis dos pequeños.
En el momento de la separación, mi hijo mayor nos pidió si podíamos pasar las fiestas todos juntos que, según dijo, no debiera ser complicado que compartiéramos dos días al año. No le prometí nada cuando lo dijo mientras todos aún vivíamos bajo el mismo techo porque si hay algo que no hago son promesas que no sé si pueda cumplir. Yo me esperaba una tormenta complicada luego de mudarnos pero fue peor, el volcán entró en erupción. Y por más que hoy puedo perfectamente vivir con las cenizas volcánicas, la lava no me va, así que imposible compartir esos días.
Ambos comprendieron (porque no son ajenos a las circunstancias) que no era apropiado y que yo no me sentiría cómoda. Fue así que surgió que el 24 pasaban conmigo y el 31 con su papá.
Mis hijos no creen en Papá Noel, pero sí sienten la magia de la Navidad. Entonces, volví a anteponerlos, como lo hago siempre. Les pregunté qué preferían, sabiendo la respuesta. No les iba a quitar la posibilidad de estar con sus únicos abuelos, tíos y primos en esa noche especial.
Es por eso que esta Navidad será extraña. Sé que no estaré sola, pero hay algo, dos algos en verdad, que me van a faltar y extrañaré mucho esa noche. Pensaré en ellos a las 12 y les mandaré un beso a distancia. Les pondré los regalos en el árbol y los abrirán al otro día, donde almorzaremos los tres juntos.
Esta Navidad será rara. Sé también que aunque callen me extrañarán. Pero también sé que ni una noche ni un día especial cambiará el amor que revolotea en este hogar.
Tomo decisiones y eso me da plenitud y felicidad. Mis hijos también toman las suyas. Y por eso somos una bella familia, porque nos sabemos respetar.
Los amo, niños. Feliz Navidad.
miércoles, 24 de octubre de 2012
VOS ... YO ... VOS
domingo, 9 de setiembre de 2012
DOLOR NO AJENO
lunes, 27 de agosto de 2012
No quiero
que con eso debiera bastar
para decir basta.
Pero no siempre suficiente
es una palabra que contenga magia
y transforme lo real en lo imaginario.
O viceversa.
Pero hoy no quiero;
y digo basta.
Y aunque ese basta no baste,
esta noche ya me alcanza.
domingo, 15 de julio de 2012
anA
domingo, 1 de julio de 2012
101 COSAS QUE AMO
miércoles, 27 de junio de 2012
101 COSAS QUE ODIO
martes, 5 de junio de 2012
XV HAIKUS Y II MAS
martes, 3 de abril de 2012
VERLOS CRECER

lunes, 2 de abril de 2012
SIN DESTINO

No estoy dispuesta a dejarme morir
mucho menos a que me tortures,
me ataques o me dispares
con tu arma letal:
tu palabra.
No estoy dispuesta a vivir muriendo,
porque no permitiré
que ni tú ni yo ni nadie
me echen el aliento de la muerte,
mientras respiro.
No estoy dispuesta ni quiero ni permito
pasar de largo como si nada pasara.
Mi disposición es completa y absoluta
sólo para ir tras los pasos
de mi escueta felicidad.
Pero para eso
no necesito
más que hurgar en el fondo de mi alma.
Porque intentar ir tras uno mismo
es una cuestión de actitud.
Soy la hacedora y destructora de mi destino.
Llegó el momento de decir:
basta de destrucción.
Es tiempo de construcción.
De poner en fisioterapia a mis alas
y, sin prisa pero sin pausa,
re-aprender a despegar del suelo
y volar.
lunes, 13 de febrero de 2012
UNO CON EL TODO
