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martes, 19 de agosto de 2008

MUJERES CON HORMONAS



Así se llamaba el concurso que un 8 de marzo del 2007 convocaba a todo aquel que deseara escribir sobre alguna "mujer con hormonas", de esas que hay en todas las familias, de esas que todos conocemos.

El cumpleaños nro. 100 de mi abuela se aproximaba y yo siempre había querido escribir la historia de su vida. Venía pensando en hacerlo para regalarle el relato el día de su cumpleaños. El concurso fue la excusa perfecta.

Escribí el relato en plena mudanza, sentada en un colchón que estaba sobre el piso frío del invierno que venía aproximándose. A la derecha mi esposo dormía plácidamente. A mi izquierda, mi pequeño de apenas 2 años y poco también sobre un colchón descansando, y a los pies, otro colchón con mi otro niño de 5.

En esas circunstancias, rodeada de cuatro paredes en un diminuto apartamento transitorio, comencé a escribir mi relato. Lo leí y corregí varias veces. Pasó por el ojo crítico de mi esposo y algunos amigos. Alguna otra corrección y allá fue, al concurso. Por otro lado, lo imprimí (ya estando instalada en mi nueva casa) y lo encuaderné en tapas duras para regalárselo a mi abuela. El relato se tituló "Cien años sin soledad".

Me sentí muy orgullosa de poder darle ese regalo. Era su historia contada por mi, según mis ojos, pero escrita en primera persona, como si fuera ella. Sin dudas que faltaban miles de detalles, pero lo más elemental estaba: el genocidio armenio, la muerte de su padre, la peregrinación a refugios, la inmigración a Uruguay. Y lo más bello de todo fue descubrir a mi bisabuela, que nada sabía de ella y me encontré que, si mi abuela es con sus 101 años ya una mujer con hormonas, mi bisabuela lo había sido mucho más.

El cuento quedó finalista en el concurso. Fue una de las mejores noticias que recibí en mi vida. No por publicar el relato, que también me ponía muy feliz, sino y principalmente porque la historia de mi abuela iba a trascender más allá de mi familia. Porque es una historia que muchos deben conocer.

Es así que mañana por la mañana tengo un desayuno con los autores del libro que ya está impreso. Es la primera vez que lo voy a ver y estoy de lo más emocionada. El trabajo llegó a su fin y pronto el libro estará circulando por las librerías del país y más.

Nunca hice mucho por mi abuela. Nunca estuve muy cerca de ella. Sin embargo, es la mujer con más hormonas que conocí jamás. Y es un honor tenerla en mi vida aún. Aunque ella no lo sepa, aunque no sea la nieta ideal, esta publicación es para mi la mejor muestra de amor, tal vez indirecta, pero sí la mejor muestra que le puedo dar. Porque, mi querida abuela Makrouhi, esas páginas te otorgan la inmortalidad!!