Para aquellas almas errantes que han sabido caminar de a dos.
Sé que son muchas las que leen este blog.
Los quiero.
Aunque durante todo este tiempo hemos intentado salvar del entierro a nuestro amor, la realidad se impone y termina hundiéndolo en el mar más profundo, tratando de que no emerja, de que se quede en el fondo, como un cofre perdido de algún barco pirata abandonado, donde los tesoros nunca jamás puedan ser encontrados.
Así quedarán nuestros sueños, nuestros viajes imaginarios, la vida que creamos en una nube que ya transformada en lluvia ha comenzado a caer. Todo quedará desterrado de nuestro mundo, del mundo del que vos y yo nos solíamos enamorar.
Aunque duele perder las piedras preciosas que fuimos recolectando en nuestro camino y que juntas formaron un collar de emociones, sensaciones y sentimientos, también es cierto que somos privilegiados por haberlo tenido alguna vez y haberlo disfrutado.
Dame tu llave que te doy la mía para que, si algún día, en tu paso por el mar descubrís un cofre añejo, puedas intentar abrirlo y quizás encontrarte, una vez más, con la sorpresa que nunca esperaste encontrar.
Y si yo, navegando en alguna de mis mil noches de luna que me quedan por vivir logro verlo, no dudes que intentaré abrirlo. Aunque pueda entristecerme por tal vez encontrarlo saqueado, no me quedaré con la duda de saber si aún queda algo de nuestro tesoro abandonado.