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domingo, 30 de octubre de 2011

EL CANDADO ESTA ABIERTO


El dolor viene en varios formatos y la realidad es inevitable.
Dicen que aprendemos tanto del dolor como del placer (o sea, el generador de buenos momentos) y, luego de haber escuchado esa frase por primera vez hace ya algunos años, comprendí que era real.
Si no conocía aquello que me causara dolor, jamás valoraría realmente lo bueno con tanto ahínco.
El problema radica cuando el dolor se convierte en sufrimiento. Ahí sí, estamos fritos. Y sólo nos queda una alternativa: superarlo. Si se trata de un dolor físico, nos sentimos el ser más desdichado del mundo entero y, para peor, nuestro ego trata de asegurarse de que así sea, con frases del estilo "te merecías esto", "dudo que algún día te sientas lo suficientemente bien", "capaz que te volvés a enfermar de alguna otra porquería, porque además, estás con las defensas bajas, de seguro te vas a agarrar alguna otra peste", y etc, etc. Pero por suerte, hay una luz al final de camino, el sufrimiento cede y seguimos adelante, inclusive perdonando a nuestro ego, olvidándonos de aquello con lo que nos atormentaba. ¿Y con qué más seguimos adelante? Con la experiencia del dolor experimentado.
Si el dolor es emocional, el sufrimiento se torna aún peor. Porque no se calma quizás con un analgésico, sino que hay que usar otros métodos. Y el ego, otra vez en juego "nadie me quiere", "no valgo lo suficiente", "no soy digno de vivir en este mundo", "soy un maldito fracasado", "jamás podré volver a salir adelante", etc, etc. O sea, que además, tenemos que enfrentarnos con nuestros miedos. Miedos a lo que vendrá, miedos a los cambios, a las pérdidas, a la soledad, a nuestra propia capacidad de acción ...
Y al ego, y al miedo, se le suma la mente. La mente que piensa y piensa y nos pone en los peores escenarios. Nos lleva a las más crueles situaciones. Se aliena con el ego y nos hace sentir que somos los seres más incapaces del Universo.
Porque lo cierto es que estamos acostumbrados a vivir sumidos en la rutina, en la comodidad, en el conformismo. Es lo que nos enseñaron y nosotros aceptamos y hemos vivido así desde entonces.
Nuestra mente proyecta nuestro futuro y nuestro ego es el que se encarga de crearnos los peores escenarios.
Entonces, yo pregunto a todos los que nos jactamos de ser seres libres (me incluyo, obviamente) ¿No se trata justamente de todo lo contrario a esto la libertad? ¿No se trata de dejar fluir, de dar paso a lo que tenga que venir sin siquiera pensar en lo que tenga que venir?
Yo sé, hay estructuras inamovibles. Hay rutinas que deben cumplirse. Debemos trabajar para mantenernos y para ello se nos exige un horario. Aunque no se nos exige ir siempre por el mismo camino a trabajar ni subir el mismo ascensor, ni hacer las cosas habituales de la manera habitual.
También tenemos que alimentar a nuestros niños quienes los tenemos y llevarlos al colegio para que aprendan. ¿Pero no está bueno también darle momentos diferentes cada vez que podamos? ¿Que hayan momentos que no sean rutinarios para ellos?
Hoy escribí esto sentada frente a un sol radiante con un cielo totalmente despejado, escuchando el canto de los pájaros, algún perro ladrar que no era el mío, unos niños un poco más lejos jugando, un avión que pasaba cerca y la brisa primaveral dándome en la cara.
Ese momento fue libertad. Eso fue sin saber si terminaría de escribir estas letras o no. Simplemente estaba allí, en ese momento presente, sin saber qué sucedería el próximo instante.
Amo la vida. Amo esos momentos. Y de eso se trata, de vivir lo que me queda así, con esa libertad.
Sé que esto no es fácil de entender para todos, porque no se racionaliza. Se siente. Y sé también que en el medio me encontraré con muchos momentos que tratarán de volverme al lugar anterior, al cómodo, al que antes solía tener. Muchas de esas actitudes saldrán de un ego herido. Y yo las aceptaré, intentaré comprenderlas y bendeciré con amor cada acción que determine esta búsqueda desesperada de mi antiguo yo.
Pero no vuelvo atrás. Sólo espero a aquellos que quieran venir, avanzar, llegar. Quizás algún día el tiempo por sí mismo permita que esto se haga carne en todos los corazones.
Y, finalmente, la libertad de vivir sin miedos, sin estructuras y con la aceptación de lo que maktub* tiene para nosotros, será manifestada y aceptada.

*maktub= está escrito