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viernes, 19 de junio de 2009

Y ... TAL VEZ ES UN BUEN DÍA

Para retomar, para escribir, para contar, para compartir.
Tal vez es un buen día para sonreír, para llorar, para cantar, para callar.
Tal vez o sin tal vez, aquí estoy, después de casi un año tirando líneas al azar y con una anécdota para contar.
Hoy empecé el día a lo loco. Me dormí, así que ya salí apurada, manejando a más de la velocidad permitida todo el camino, con los ojos muy abiertos intentando evitar policías de tránsito (ya me harté de las multas y, excepto por la velocidad, tomo todas las precauciones posibles: manos libres, cinturón, luces encendidas ... y los ojos bien abiertos para ver chalecos naranjas).
Ya en la rambla tuve mi segundo ataque de stress. No sé si había un accidente o qué, lo cual implicaba desvío. Como buena uruguaya que me creo super viva, vi venir el trancazo y subí una cuadra antes. Claro que dos más adelante estaba toda la fila de autos subiendo y volví a trancarme.
Me di por vencida y decidí seguir a la multitud (cosa que no me gusta mucho hacer, pero en este caso no había más remedio).
Llegué finalmente a la oficina, corrí a poner un ticket en el auto, subí al ascensor arreglándome la ropa, el pelo, la cartera ... nadie me abre la puerta, uso mi tarjeta de ingreso, ya en el último número siento el "click click". Alguien me estaba abriendo.
En fin, para hacerla corta, llego a mi puesto de trabajo y tras chequear el correo me dispongo a buscar un documento que hacía dos días se encontraba en la oficina (necesitaba agregarle un dato). Dada la burocracia interna, estuve unos 40 minutos tras el mismo hasta que finalmente apareció.
A todo esto, el tiempo pasaba y yo tenía que estar en menos de media hora en una reunión a unos 20 minutos de allí (previo debía pasar por otra empresa a dejarle un material ... o sea, seguía a las corridas).
Salí con paquetes en la mano, sobres, agenda ... sostenía con las manos, los brazos, la cabeza. Y claro, al llegar al auto, las llaves estaban en el bolsillo de la campera. Imposible sacarlas.
Apoyé todo en el techo del auto y abrí el baúl. Comencé a acomodar las cosas cuando suena el celular. Atiendo, me pongo a hablar, cierro la tapa y subo al auto. Sigo hablando. Arranco y al doblar en la esquina un hombre que me dice algo. Yo que carajeo "Si! Ya vi el cartel de PARE!!!!" .... hasta que miro por mi espejo retrovisor y todos mis paquetes estaban tirados en la calle. Nunca llegué a poner todo en la valija del auto!!.
Vestida de vergüenza de pies a cabeza, di marcha atrás mientras veía que una amable señora recogía todas mis pertenencias mientras hablaba con el hombre y unos diez obreros de la construcción que por allí andaban.
Gracias INFINIT por hacer unos lentes tan oscuros y envolventes!! Sin ellos no hubiera podido bajar.
En ese momento me di cuenta que o prestaba un poquito más de atención o los atentados inconscientes que podía llegar a cometer en el día podrían ser muy perjudiciales.
Un llamado y un almuerzo en compañía de mi primo lo mejoraron notoriamente.
Luego de reírme bastante ya los niveles de stress se disiparon. Uff! Como necesitamos volver al mundo real personal!! En el otro vuelan paquetes. En el de uno, la que despega es el alma.

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