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martes, 15 de junio de 2010

LA MISMA PERRA PERO CON DISTINTO COLLAR

Hace pocos días lo vi. Vestía igual que siempre. Se veía igual que siempre. Sin embargo, algo no estaba igual que siempre.

Lo observé detenidamente. Su cabello tenía más canas que cuando lo conocí hace ya unos cuantos años, sin embargo, se veían bien. En su rostro empezaron a surcar unas cuantas arrugas, pero eso tampoco lo hacía lucir menos interesante. Sus ojos tenían el mismo brillo de siempre, con esa mirada que parece disfrutar siempre de lo que ve. Su boca seguía dibujando una sonrisa que estremecía a cualquiera. Sus manos, al apoyarse en las mías, se sintieron tan firmes como la primera vez que me tocó. Sus palabras seguían siendo encantadoras y hasta las serpientes podrían llegar a hipnotizarse con el tono de su voz.
Todo estaba igual. Al menos, todo parecía estar igual.
Comencé a preguntar para ver cómo iba su vida. Si seguía estando con la morocha aquella que una vez le conocí. Me dijo que sí, que todo había cambiado desde entonces, pero que seguía a su lado. Le pregunté por su hijo, que a esta altura ya debe tener como 18 años, qué grande que está, como pasa el tiempo. Sí, está grande, ya empezó la facultad, es todo un hombre, y tiene novia, ¿sabés? Le pregunté por su madre, que por aquel entonces vivía con él. Temía la respuesta, pero la viejita seguía vivita y coleando. Un encanto de mujer, por cierto, lo de viejita fue con todo cariño. El trabajo, ah, eso sí había cambiado. Ahora era todo un hombre de negocios. Del pequeño bar que tenía en la calle Córdoba pasó a tener tres restaurantes de renombre distribuidos por los puntos más importantes de la ciudad. Bueno, quizás eso era lo que lo hacía distinto. Pero no, no me convencía que los negocios hayan hecho de él una persona tan diferente, casi irreconocible.
Seguí mirándolo y preguntando y, sin embargo, no encontraba respuestas a mis dudas.

Decidí ahondar más en la conversación y averiguar cómo estaba su alma. Nada nuevo. Que te quiero, que no te olvido, que la vida sin vos no tiene sentido, que estos años han sido una tortura, que he perdido la alegría de vivir, que aprendí a levantarme cada día sin esperanzas pero encontrarte de nuevo y tan solo verte me hace sentir que el tiempo no ha pasado, que sos la mujer de mi vida, el aire que me oxigena … bla, bla, bla.
Como siempre, volví a conmoverme y a mirarlo con dulzura, creo. Porque poco tiempo pasó, creo, entre que me acarició el rostro e intentó besarme. Y yo, como una tonta, creo, como una tonta dije que no y lo separé de mi. Me miró y me dijo que estaba bien, que no tenía ningún derecho, que me iba a respetar, que no era cuestión de echar de un plumerazo todo lo que habíamos logrado, que con todo lo que nos costó separarnos, que cómo iba a hacer una cosa así, que lo perdonara, que era feliz sólo con poder estar a mi lado de nuevo, de la forma que fuera, como yo quisiera.
Lo miré a los ojos y en ese preciso instante me di cuenta. Me sonreí. Y luego me reí. El me miraba sin entender nada, pero así lo dejé, sin que entendiera nada. Besé su mejilla, le dije que lo quería mucho y que siempre iba a vivir en mi corazón. Y me fui, dejándolo allí parado, solo, con miles de preguntas sin responder. Me fui caminando sin prisa pero sin pausa, pisando firme y cantando bajito “cada vez que pienso en vos, fue amor, fue amor”. Y sí, por fin lo entendí. Fue.

5 comentarios:

  1. Por qué será que estas historias se repiten por miles, casi de manera calcada? Pero cuanto sabor de nostalgia nos queda...

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  2. Me hizo acordar a una canción de Joni Mitchell
    http://www.youtube.com/watch?v=x3-1BKBpneY&feature=related

    Beso linda,

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  3. Pulga, la verdad que no sé, pero sí, son recurrentes estas historias. Somos tan raros los humanos!

    Maita: no conocía la canción. Busqué la letra y sí, tenés razon, parece que Joni Mitchell cantaba "otra perra con distinto collar" :)

    Besossss

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  4. y si, a veces no es facil darse cuenta...y cuando al fin se hace, quedan los sentimientos encontrados de alivio y de duelo...
    Besossssss

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  5. Ami, si ... no es fácil, pero hay que intentarlo, porque también de los duelos se crece y aprende. Besotes y abrazotes

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