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domingo, 13 de abril de 2008

RETORNO A MI ITACA

Este es un ejercicio que tuve que hacer para mi taller literario en el módulo de Mitos. Realmente no me ha resultado un módulo muy atractivo y me ha costado bastatne llevar a cabo algunas consignas, como esta.
Se trataba de escribir mi regreso personal a Ítaca. Itaca es el lugar desde donde Ulises sale debido a la guerra de Troya, su lugar natal. Diez años dura la guerra y otros diez tarda en volver. Todo esto ocurre en La Odisea, libro que no he leído ni creo que lea en lo que me resta de vida.
La consigna se trataba de escribir cómo hubiera sido ese regreso en base a las características del regreso de Ulises y las vivencias del mismo.
Me resultó extremadamente difícil y tampoco sé si lo hice bien. Pero sí sé que éste, es el regreso que yo haría a mi Ìtaca, los obstáculos y los beneficios con los que me toparía y, sin duda, todavía no hubiera llegado a destino.
Como me gustó como quedó (porque tiene gran contenido personal) es que lo hago público aquí, aunque ni siquiera haya sido evaluado.



Mi retorno se está haciendo largo y doloroso. Hace ya diez años que he emprendido esta búsqueda espiritual y el camino no ha sido fácil, pues he tenido que ir descubriéndolo a cada paso.
Ahora el regreso a mi misma, a mi esencia, es lo que más cuesta.
Porque no todas han sido glorias, por el contrario he tenido que pelear contra muchas batallas, algunas en las cuales he salido herida y en otras, fortalecida.
Siento que cada paso que iba dando en esa ruta llena de obstáculos, iba adquiriendo mayor conocimiento de mi misma, de mi yo interior, de quien realmente quería ser.
Y sabía que el retorno no sería fácil. Pues todas esas piedras que había encontrado antes en mi camino sabría cómo sortearlas, pero estaba segura que no eran las únicas que habían allí. Y no me equivoqué. En el regreso también hay enfrentamientos, tal vez más difíciles de los que me encontré a la ida.
Voy pasando por diferentes sensaciones y, como un juego de adivinanzas, hasta no saber realmente cuál es mi aprendizaje, no se me permite avanzar.
Actualmente estoy estancada. Tengo las preguntas ya planteadas y también las respuestas para dar, pero no siempre se sabe si son las adecuadas. Da miedo equivocarse, porque si esto sucediera, tendría que desviarme del camino y eso me llevaría mucho más tiempo volver, retornar desde donde una vez salí.
Algunos se preguntarán por qué tengo tanto empeño en volver. Y es que allí es donde realmente me daré cuenta de los logros obtenidos, no ahora transitando, no ahora caminando.
A veces se plantean ciertas incertidumbres y no tener más que una almohada con quien consultarlo, hace que sea más difícil tomar la decisión. Sí es cierto que puedo confiar en muchos de los que me rodean, pero al final, la elección del camino, siempre saldrá de mí.
La lucha es diaria, entre lo correcto e incorrecto, entre lo positivo y negativo, entre estar mejor o peor. Incertidumbres que tendré hasta no involucrarme al punto tal de iniciar la batalla que tanto temo, porque paradójicamente, también en ese camino he logrado paz y, cuando librar una batalla es la última opción, debo estar completamente segura de que así sea: la última opción.
En el medio de esta búsqueda, han aparecido dos personas que me han dado tanto nueva fuerza como miedos que hasta entonces no concebía: mis hijos. Ellos han traído una gran carga en mis decisiones. Sin ellos, era más fácil tomarlas o, al menos, equivocarse, porque sólo involucraba a uno mismo. Sin embargo, desde su existencia, mi crecimiento está abocado también al de ellos. No sólo sigo en esta búsqueda interior por mi misma, sino también por ellos, para darles lo que yo considero es lo mejor. Pero, ¿y si me equivoco? ¿Si en el medio tomo las decisiones erróneas y les causo un dolor que les cueste superar y, en vez de ayudarlos en ese crecimiento, trunco alguna parte de su psique? Es por ellos que los obstáculos cada vez son más difíciles y que las alternativas cada vez son menores.
Sé que al final del camino me sentiré plena y realizada. Sé que todo lo que haya cultivado lo habré cosechado. Sé que ese final depara un nuevo comienzo. Sé que llegaré feliz de haber pasado todas las batallas y, sin embargo, seguir allí, de pie, llena de cicatrices, pero de pie y con orgullo.
Pero aún me queda mucho por transitar, por aprender y por aprehender.
Llegaré un día, aunque nadie más que mi antiguo yo sea el que me esté esperando allí, sentado, que por cierto es el único que sabe que en algún momento regresaré y, finalmente, él podrá morir de una vez.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Mage, te había publicado una reflexión que me motivó tu regreso a Ítaca, pero era muy larga y la borré, por respeto a tu espacio. Muy lindo tu texto, me hizo pensar.
    Saludos.

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  3. Hola Laurel, gracias por los comentarios y, como los recibo en mi mail, llegué a leer lo que habías puesto. Y si, cada vida es distinta, pero creo que todos vamos a lo mismo.
    Me encantó tu comparación del nacimiento con el Big Bang! :)
    Un beso y gracias.

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